Javier Ibacache: “El espectador debería ser el artista final” | Desde la galería
Desde pequeño ha sido amante del teatro. Toda su vida ha estado ligado a la cultura. ¿Su foco? No es lo que sucede sobre el escenario, sino desde las butacas. Los públicos son el motor que mueve el arte y esa es la misión de Javier Ibacache: dar a los públicos el espacio que deben tener. En el Mes de los Públicos, el Jefe de Unidad de Programación y Públicos del Ministerio de Culturas, las Artes y el Patrimonio, comparte sus reflexiones acerca de qué manera influyen los públicos en el desarrollo de cada institución artística. Cómo deberían enfocarse los contenidos hacia y para ellos, considerando sus diversidades y realidades, y cómo ha cambiado este escenario luego de la avalancha de ofertas culturales presenciales y digitales como efecto de la pandemia, son algunas de las temáticas que aborda Desde la galería.
Por Carolina Jerez Herrera
Transmisiones online, podcast, conversatorios por YouTube, lives en Instagram, explosiones de trends en Tik Tok y experiencias inmersivas. Estas son algunas de las soluciones digitales que encontraron las instituciones culturales que debieron adaptarse durante el periodo de confinamiento. Pero, ahora que ya están regresando las actividades presenciales, ¿Deberían quedar atrás estas iniciativas?
Javier Ibacache trabaja en el sector de la cultura desde hace más de 10 años. Es especialista en mediación cultural y formación de audiencias, y considera como una misión propia lograr que los públicos sean considerados como el rol protagónico de los teatros y salas de arte en el mundo. En Chile, esta misión la realiza a través del Ministerio de Cultura, las Artes y el Patrimonio. En noviembre 2021 se celebra, por primera vez en nuestro país y en Latinoamérica, el Mes de los Públicos, que tiene como antecedente el Día del Espectador, que se realiza en Europa desde 2015. Diversas instituciones culturales se unen en un ciclo de actividades gratuitas que buscan dar relevancia al rol de las personas como destinatarios y participantes activos del ecosistema cultural.
Javier Ibacache, Jefe de Unidad de Programación y Públicos.
¿Qué significa para ti el desarrollo y la formación de públicos?
Pienso que es un área en desarrollo ya que aún estamos aprendiendo de ella, pero es tremendamente relevante y determinante para lograr algo que se proponen la mayoría de las organizaciones artísticas y los creadores. Es vincularse con ese otro, vincularse con el público, con aquello que normalmente se dice que es el destinatario final de todo lo que se hace.
Esta área en específico que llamamos Desarrollo y formación de públicos, es un área que se ha venido perfilando con mayor claridad. Donde hemos ido visualizando estrategias y aprendiendo de experiencias. Es muy distinto a lo que decíamos hace diez años. Hoy, por ejemplo, decimos que la importancia del desarrollo y la formación de público es lograr conformar comunidades de públicos, es decir, lograr que las personas se comprometan más, se involucren más. Porque hemos aprendido que este campo de la cultura y las artes, tienen dimensiones que pueden ser tremendamente significativas para las personas en cuanto a sentirse parte de algo, en ser parte, no solamente de una comunidad, sino vivir experiencias significativas. Creo que es un área todavía en construcción donde podemos fortalecer el involucramiento de las personas con el campo cultural.
¿En qué momento te diste cuenta que querías trabajar y enfocarte en el desarrollo de audiencias? ¿Hubo algo específico que te motivara? ¿Alguna inspiración o referente?
Yo vengo del campo de las comunicaciones, estudié periodismo. Por lo tanto, el interés que tenía en trabajar en difusión cultural lo canalice mediante el trabajo en medios de comunicación. Me enfoqué preferentemente en artes escénicas. Hice bastante crítica de teatro y de danza y fui entendiendo, en esa práctica, que muchas veces el campo artístico supone cosas sobre los espectadores o los da por hecho, y cuando uno conoce más bien a quién es el lector de la crítica va comprendiendo que hay matices.
En el 2000 tuve la oportunidad de leer el libro Teatro y públicos, el lado oscuro de la sala, de Lucina Jiménez, una antropóloga mexicana. Esta fue una de las primera publicaciones de Latinoamérica que pude conocer que hacía esta reflexión de cuánto sabemos, cuánto conocemos, cuánto entendemos de los públicos. Eso me hizo mucho sentido. Entonces ya fue en el año 2005-2006 que comencé a indagar qué podía hacerse en esa área, al menos en Chile.
De esta forma, conocí el modelo Escuela de espectadores, que es un modelo que partió en Francia, luego se hizo en España y más tarde en Argentina. Ese fue el primer proyecto que hice. Lo hicimos con Soledad Lagos, la Escuela de Espectadores de Teatro. Hicimos un piloto, y luego, gracias a distintas formas de colaboración, logramos tener una presencia permanente. Creo que de algún modo contribuimos a instalar la temática de los públicos y la reflexión por los espectadores.
Luego hicimos Escuela de espectadores de danza, de cine documental. En ese camino fui conociendo distintas aristas y distintos nichos y tipos de públicos, y de ahí conociendo también otras maneras de trabajar con ellos.
Esa experiencia fue clave. O sea, cómo transitar desde la práctica de la crítica a un trabajo más de socialización, de preguntas y de conversaciones en torno a las creaciones artísticas a través de la Escuela de Espectadores.
Llevas varios años trabajando en esto. ¿En qué etapa de esa misión crees que estás? ¿Crees que has avanzado o estás recién comenzando?
Quiero pensar que todavía quedan varias cosas por hacer. He tenido la oportunidad de trabajar en distintos ámbitos el tema público. Estuve bastante involucrado con estudios de audiencia para grandes centros culturales. Luego participé en la puesta en marcha del Centro GAM. Ahí diseñamos el Área de Audiencias, que es un sello del centro cultural. Ese trabajo de partir de cero y diseñar una estructura, diseñar programas, diseñar planes, fue muy estimulante.
Durante los 6 años que estuve en el GAM pude ver que hay otras dimensiones del trabajo con público. Tiene que ver con la empatía, con la vinculación con el otro, con el contexto. Creo que lo que más aprendí ahí fue justamente esa diversidad de intereses, esa diversidad de comunidades y cómo podía activarlo un espacio cultural.
Javier Ibacache en el Centro GAM. Foto por Jorge Sánchez.
Luego trabajé en Espacio Diana, que tenía un enfoque más barrial. Era un espacio autogestionado entonces la comunidad de públicos estaba mucho más focalizada. Esta fue una súper buena experiencia para entender que hay ciertos principios que son comunes para el trabajo con los públicos.
Desde el año 2018, he estado en el Ministerio de las Culturas, en la nueva Unidad de Programación y Públicos, donde creo que he podido contribuir a la sistematización de este campo. Hoy hay un Plan Nacional de Desarrollo y Formación de Público y creo que ese es el gran objetivo, porque permite orientar la acción de la políticas públicas o permite poner énfasis a futuro. Es un plan que está recién publicado.
En ese sentido, hoy en día estoy muy satisfecho, muy orgulloso y honrado de haber contribuido con ese plan, pero creo que todavía falta lograr que las organizaciones culturales comprendan el alcance de lo que significa el trabajo con público. Hacer un trabajo más de territorio, más de base con las organizaciones culturales.
Este Plan de Desarrollo y Formación de Públicos nació debido a una encuesta del 2017 que arrojó que había una disminución de consumo de cultura. ¿A qué crees que se deba esa disminución?
Es la Encuesta de Participación del año 2017 que, comparada con las encuestas anteriores, se puede observar una disminución en lo que las personas declaraban, o sea las personas decían que iban menos a la oferta presencial.
Creo que el principal factor de ese cambio, que estaba pasando antes de la pandemia, es el fuerte protagonismo que estaban adquiriendo las plataformas digitales y que se habían convertido en una alternativa para lo presencial. Antes de la pandemia estábamos en toda esta superposición de personas que estaban teniendo más prácticas, hábitos o consumos digitales, en desmedro de las personas que estaban más predispuestas a asistir. Esto porque las plataformas digitales venían a resolver, por ejemplo, las causas de la baja participación, la falta de tiempo o el hecho de la distancia geográfica y, en algunos casos, la gratuidad. Entonces creo que ese es un factor importante.
El segundo factor, que no estaba pasando solamente en Chile, tiene que ver con que los públicos estaban siendo cada vez más de nicho, estaban cada vez más fidelizados por contenidos específicos. Entonces, por ejemplo, los públicos de música o los de cine comercial o teatro, seguían siendo público de nicho, en el sentido que iban cada vez más, pero en temas de población era siempre el mismo grupo.
Entonces estábamos en ese escenario.
Durante la pandemia, el mundo debió transformarse a lo digital. ¿Crees que esto fue una oportunidad?
Yo creo que si lo miramos desde la perspectiva de los públicos, la pandemia va a dejar, sin duda, una huella en cuanto a cambios de hábitos y nuevas prácticas. Y también hay algo que, lo queramos o no, ha ocurrido en este tiempo que es una alfabetización digital. Hoy, las personas en general, tienen menos resistencia al uso de un código QR o a conectarse por Zoom desde distintas pantallas. O sea, ha bajado la resistencia que existía antes de la pandemia y eso marca un cambio en la relación de cada uno con los contenidos.
Lo segundo tiene que ver con que vivimos, en el confinamiento de la pandemia, una suerte de avalancha o tsunami de ofertas. Al volcarse la mayor parte de las socializaciones culturales y la industria de la entretención a un mismo canal, que es una pantalla, la sensación era que había algo que era imposible de ver del todo. y por esto, hubo una saturación y mucho diagnóstico de lo que las pantallas estaban generando en las personas. Era el único canal de interacción para trabajar, también para socializar y conectarse con contenidos culturales. Entonces creo que también vamos a tener una reacción a eso y es lo que se está observando.
La reapertura de espacios con una oferta concreta presencial, en estos meses al menos con aforos reducidos, está traduciéndose en que las personas están empezando a ir porque la experiencia de ir, el ritual de asistir, de programarse y estar en un lugar, adquiere otro valor. Entonces, creo que hay una revaloración de la experiencia en vivo. Distinto es decir que por eso va a haber más público. Yo creo que hay que ser un poco más pragmáticos y ver cómo se dan en la práctica los hechos. Creo que estamos más bien en un momento de reencuentro, de volver a tener esas experiencias, de volver a estar en esos lugares.
Y un fenómeno que también me parece muy interesante es que quienes descubrieron en pandemia, los teatros o espacios culturales, pareciera que se están convirtiendo en un nuevo público que está comenzando a ir. Entonces este es un segundo fenómeno que comienza superponerse al anterior.
Yo creo que vamos a vivir una suerte de lo que llamaríamos una “luna de miel” en la reactivación de los públicos, pero pasados los 6 u 8 meses de la reapertura, vamos a poder entender con mayor claridad si es una tendencia, si van a volver todos los públicos que estaban antes con el canto de la cultura, o si esta sensación de trauma post pandemia va a decidir o no en la disponibilidad de las personas a ir a un espacio cerrado a una presentación artística.
¿De qué manera crees que las instituciones culturales pueden modernizarse y entregar productos más frescos para volver a encantar a estos públicos? Y por otra parte, ¿Cómo atraer a adolescentes que valoran la inmediatez y la tecnología?
Creo que ahí hay un tema en el que hay que cambiar el eje de cómo se piensan las organizaciones en sí mismas.
Hay dos cosas: uno es que luego del confinamiento, no parece muy razonable ni muy aconsejable seguir pensando que lo que hacen las organizaciones culturales o los espacios artísticos sea tener una oferta de productos o de programación. Me parece que eso era comprensible antes de la pandemia pero es indudable que hace mucho rato, las organizaciones estaban enfrentando un escenario distinto donde el vínculo con los públicos debía cobrar relevancia, y no porque tengamos que llenar una sala.
Las organizaciones culturales necesitan pensarse como espacios de relación con otras personas. Eso significa construir vínculos e incentivar la conformación de comunidades de públicos. Creo que ahí hay un cambio necesario, un cambio de enfoque. Nosotros lo llamamos un enfoque de públicos. Puede llamarse a lo mejor un cambio hacia un enfoque relacional. Pero si seguimos con organizaciones que solo piensan en el producto, en la oferta, en la programación, en “Ven a ver lo que yo te ofrezco o lo que yo te propongo”, entonces creo que no estamos entendiendo el cambio que ha ocurrido. Hay una audiencia que se ha empoderado, que ha descubierto que puede actuar, intervenir, relacionarse de otra manera con los contenidos. Creo que eso es un cambio fundamental.
En relación con los adolescentes, que podríamos decir son nuevos públicos en formación, o públicos del mañana, pasa lo que ha pasado históricamente con todas las generaciones de adolescentes. Las organizaciones culturales en general tienden a escolarizar a los adolescentes, es decir, verlo como un público escolar, y por lo tanto tener acciones solamente de educación, ancladas al currículo escolar, algo que no me parece mal, me parece que es muy relevante. Pero si solamente se ciñe a eso, se pierde la posibilidad de que las experiencias del adolescente con lo cultural sean relevantes. La primera experiencia que una persona tiene cuando niño o adolescente, con un espacio o una organización cultural, es definitiva para cómo va a ser su actitud de ahí en adelante. Y si esas experiencias la anclamos únicamente en un contexto de ir a aprender algo, estamos perdiendo las otras dimensiones que tiene la experiencia artística o la experiencia cultural. Por eso creo que hay que conocer al adolescente, entender cuáles son los formatos a los que está más cercano y mediar en ese sentido. Mediar en cómo esos lenguajes, que le son de resonancia, pueden también encontrarse acá.
Ya sabemos que plataformas como Instagram, Twitch o Tik Tok, han establecido códigos, lenguajes que en un primer momento están siempre ubicados en la comunidad adolescente, pero que luego es abandonada por esa comunidad en búsqueda de otras plataformas. Creo que si las organizaciones no están alerta con esas transformaciones, si no ponen el ojo, y eso significa que le importe efectivamente el público, se pierde la posibilidad de tener una relación, de tener un vínculo. Por eso creo que el trabajo con los públicos adolescentes pasa por ahí, por conocerlos, no a reducir su vinculación sólo a la tarea de escolarizar.
¿Qué cosas crees que una institución cultural no puede descuidar? Una institución que está en búsqueda de una manera efectiva para fidelizar y ampliar los públicos.
Conocer los públicos. Creo que lo básico, y que es lo que menos se hace, es conocer a los públicos y entender que eso no es únicamente aplicar una encuesta o tener los datos de la taquilla, sino que es idealmente conversar con los públicos, tener canales de comunicación, hacer indagaciones cualitativas en los formatos que le sean más afines a una organización. Por ejemplo, entrevistas en profundidad, si hay espacios de conversación, si hay focus group. Es decir, contribuir a que la organización tenga la capacidad de incorporar eso que los públicos pueden retroalimentar. Eso creo que es clave.
Lo segundo tiene que ver con algo que planteaba el antropólogo argentino-mexicano Néstor García Canclini en el año 2007, que es comprender que los públicos no nacen sino que se hacen. Entender que por el solo hecho de abrir una sala no puedo dar por terminado el rol que me cabe en la construcción de una relación con los públicos. Necesitamos tener estrategias, necesitamos plantearnos objetivos, visualizar hacia dónde queremos ir.
Y lo tercero creo que pasa por comprender que hay dos grandes ámbitos en los que siempre vamos a estar moviéndonos cuando hablamos de públicos. En la duda sobre si sostener la relación con quienes ya están o ir detrás de otras personas que no están con nosotros. Las organizaciones suelen moverse en esos dos ámbitos y últimamente lo que uno observa es que cuando se habla de públicos se quiere ir por más o por otros públicos y se descuida al que ya está con nosotros. Creo que es importante partir reconociendo que ya hemos logrado construir una relación, independiente de si tenemos el foco puesto en ello, y tener claridad sobre hacia dónde queremos movernos cuando decimos ampliar o diversificar públicos.
Sobre esto que mencionaste de “los públicos no nacen sino que se hacen”. ¿Crees que además de todo el trabajo de mediación que pueda hacer una institución cultural, la familia juega un rol importante también?
Lo que nos dicen en general los estudios de públicos es que hay tres agentes que definen que alguien sea público.
La familia, indudablemente. En los públicos más fieles, que son los que tienen mayor tasa de frecuencia de asistencia, generalmente la familia ha tenido una incidencia y eso en nuestro país, por ejemplo, lo observamos en los sectores sociales con mayor poder adquisitivo.
El segundo agente es el sistema escolar. Las capas medias en Chile, el profesor es un agente muy significativo.
Pero hay un tercer agente que es el grupo de pares. Especialmente en jóvenes, los grupos de pares pueden ser muy relevantes para definir que alguien sea público de una línea artística. En ese sentido, todo lo que es la idea de pertenecer a comunidades digitales o a grupos de pares en comunidades digitales es una vía que puede incidir evidentemente que alguien se convierta en público de una disciplina artística.
El Teatro Municipal de Santiago está inmerso en plena comuna de Santiago, pero de igual forma recibimos públicos de otras comunas y regiones. Más aún ahora con Municipal Delivery y la pasada alianza con el canal de televisión La Red. ¿De qué manera crees que podemos usar esa transversalidad y hacer parte de lo que hacemos a cada persona?
El caso del Teatro Municipal me imagino, mirándolo de afuera, es lo que ha ocurrido con muchas organizaciones más conservadoras en sus públicos. Tenían una manera de trabajar el público presencial que responde a una tradición decimonónica, pero que en pandemia se aceleró una suerte de actualización.
Afortunadamente el Municipal tenía una experiencia digital ya previa y creo que eso le pudo ser de mucha utilidad. Pero lo que uno vio de afuera es que hubo un movimiento hacia una apertura, la apertura que ofrecía lo digital, que puede ser muy esperanzadora y ojalá lo mantengan, porque fue abrirse hacia una diversidad de audiencias, muchas nuevas audiencias, en un momento de trauma social. Entonces, aparecer en ese momento con una propuesta artística, que es el corazón del Teatro Municipal, con una propuesta de música, de ballet, creo que resonó en un momento muy afortunado. Entonces creo que es tremendamente significativo.
Luego se suma la transmisión de televisión que viene a recuperar algo que ya se hacía en algún momento en Chile, como la mayoría de las cadenas públicas de televisión en otros países, transmisión de los cuerpos estables o de las producciones de cuerpos estables. Acá lo particular es que se hace como un gesto de recuperación en un momento de crisis social, de discusión sobre la sociedad que queremos ser. Entonces se recupera esto que parecía que estaba en un imaginario y cierta memoria de lo que el Teatro significó cuando se hacían esas transmisiones, algo de pertenencia como país. Creo que eso es una oportunidad para hablarle a comunidades no solamente digitales sino que a personas que son a lo mejor espectadores de televisión y que tenían ese registro en su memoria. Entonces el ejercicio tiene esas dos dimensiones, una apertura a nuevas audiencias pero por otra parte también un reposicionamiento en la memoria social de un país.
Un público quizás que se perdió con el tiempo.
Es una oportunidad para recuperar públicos probablemente, pero yo creo que sobre todo es una oportunidad para que la sociedad revalore al teatro y su quehacer.
Este año creamos Tik Tok. ¿Consideras que esta red social puede ser efectiva para este fin de fidelizar y ampliar públicos? ¿De qué manera crees que las diversas plataformas pueden ayudar a esta formación?
Yo creo que hoy las plataformas son un agente fundamental para complementar, o bien, para liderar un trabajo de públicos. Tik Tok, hasta antes de la pandemia estaba perfilado, como bien sabemos, en la comunidad adolescente pero durante la pandemia diversificó la composición de sus públicos. Y las organizaciones culturales que estaban allí eran pocas, acotadas, pero ya vemos experiencias de especialmente museos y algunas compañías artísticas que han visto en Tik Tok la posibilidad de probar estrategias. Lo que hay que entender es el canal, las cualidades y características del canal que en este caso es la plataforma Tik Tok. Tiene una forma de lenguaje, una forma de estructuración del mensaje del contenido que condiciona lo que puedes hacer allí.
@municipaldesantiago¡Ven a disfrutar de los conciertos como nunca antes! 🤩 Te estamos esperando 💫 ##musicosentiktok ##conciertos ##360 ##música ##arte ##parati ##fyp♬ Dvorak-Symphony No.9-4 – 中央芭蕾舞团交响乐团
Lo que he visto del trabajo que está haciendo el Municipal, me parece valiosa esa adaptación. Creo que tienen más posibilidades todavía. Porque es abrir la trastienda, es convertir el lenguaje del Municipal más lúdico y menos formal quizás de lo que uno esperaría de un teatro de ópera o un teatro de ballet, y allí hay creo que una posibilidad de humanizar al Teatro, de ponerlo en escala de interacción.
Creo que ahí hay una oportunidad para los centros artísticos. Tik Tok indudablemente es la red que más ha crecido, los números dicen que es la que más ha crecido en términos de suscriptores y usuarios, pero creo que todavía estamos entendiendo su lógica de operación.
¿Qué teatros o instituciones culturales, según tu experiencia, están marcando pauta en el desarrollo y formación de públicos?
En el ámbito de los museos, por lo menos de los que yo conozco o he visto, me parece que el trabajo hecho en redes sociales por el Museo del Prado es indudable. Es reconocible porque no solamente es Tik Tok, sino que es toda la concepción que tienen y otras formas de pensar la comunicación. Es una generación integral de mirada de contenidos para lo digital. Entonces es un cambio de eje, es como situarse en el espacio digital como organización cultural.
Luego, indudablemente hay dos grandes referentes en el campo de las artes presenciales que ya tenían un background antes de la pandemia. Uno es la Metropolitan Opera House, con sus transmisiones de ópera que venían haciéndose en salas de cine o salas de teatro por el mundo, pero que en ese quehacer que venían desarrollando ya habían ganado mucha expertis. Lo que vimos durante la pandemia con las transmisiones desde MET, todas las semanas una ópera, y cuando tú tenías la oportunidad de profundizar más en los recursos de mediación, que eran recursos del área de educación, uno entendía que ahí había una mirada que venía anclándose y desarrollándose hace mucho tiempo. Lo recordaré de la pandemia creo que es la transmisión de la ópera Akenatón. Su puesta en línea de esa ópera, que se había estrenado en noviembre de 2019, con un nivel de producción y con un nivel de resonancia por el fin de los tiempos se relacionaba mucho con el contexto.
Y la otra institución es el National Theatre de Londres, el Teatro Nacional, que también tenía una serie de producciones y de transmisiones. Producciones del mismo teatro y de otros espacios que los venían poniendo en línea. Lo que hicieron en pandemia fue estrenar en redes sociales, en el canal de YouTube y hacer una transmisión también online en la página de Facebook, y eso amplió sus públicos de una manera impresionante. A partir de allí, desarrollaron una aplicación y hoy es una plataforma en la que uno se puede suscribir y ver teatro en línea. Toda esa experiencia abrió mucho quehacer.
Y en una segunda línea, creo que están también las experiencias inmersivas que se han ido desarrollando en este tiempo, es decir, cómo lograr involucrar al espectador en lo escénico o en lo artístico, como un testigo más. Y allí, la producción del Sueño de una noche de verano creo que es una tremenda estrenado por la Royal Shakespeare, creo que marcará una forma de pensar lo digital y presencial
¿Hay alguna de las cosas que hicimos en el Teatro Municipal que te haya gustado?
Vi el primer Cascanueces y eso me gustó mucho. Creo que esa noche, de un viernes a las 20:00 de la noche del 2020, fue muy significativa, porque era la sensación de estar participando en comunidad, a distancia, de un rito. Creo que eso para mi fue tremendamente emotivo por el entorno que generó, por cómo se generó un espacio dentro del shock que significaron las primeras semanas de cuarentena.
¿Crees que el espectador es el artista final?
Yo creo que debería serlo. Los espectadores, en sí mismos, cumplen un rol muy relevante y las creaciones artísticas no se completan sin el imaginario del espectador. Y, como tal, el espectador puede co-crear un sentido, co-crear una lectura y en ese plano podemos considerarlo un artista.
Cuestionario Desde la galería
Un recuerdo de infancia: Mi primera mascota se llamaba Tigre, era un perro, un pastor alemán.
Mi primer amor artístico: en la adolescencia fue curiosamente con el teatro. Yo leía teatro antes de ver una obra de teatro y por una casualidad, leí -y no entendí al inicio- Las trece hermanas de Antón Chéjov, y desde que la vi representada, varios años después, en el Teatro Nacional Chileno, comprendí algo de lo que era ese espíritu de época y esa sensación que transmite esa obra.
Una persona que admiro: En la actualidad, un filósofo coreano alemán. Me gusta mucho Byung-Chul Han. Lo admiro porque es muy consecuente con lo que escribe, como escribe y lo que plantea. No escribe necesariamente pensando en complacer.
Byung-Chul Han.
Mi obra de cabecera: Si tuviera una, sería alguna de Albert Camus. El malentendido, que es una obra de teatro.
Mi leitmotiv: Conocer cada vez más.
Mi escenario ideal: Si fuera un escenario natural, en algún lago del sur. Si es escenario de teatro, me gustan mucho las salas del teatro del canal de Madrid, ahí he tenido buenas experiencias. Varias salas de Buenos Aires, también.
Un secreto de Santiago: Creo que hay un museo abierto en las calles de Santiago que no valoramos del todo. No sé si es secreto, más bien que está ahí y no lo vemos. O sea, muchas de las calles de Santiago.
En mi pantalla: Estoy viendo Foundation, una serie de Apple TV, y a la espera de que se estrene Succession, en HBO.
En mi papel: Tengo un libro de Byung-Chul Han, No-Cosas.