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La Cenicienta | Una historia milenaria

El arquetipo de la mujer bondadosa, que vive bajo el yugo de una familia política que la maltrata y que se libera gracias al amor de un príncipe, existe desde la Antigüedad. Una de ellas es la versión que el compositor ruso Sergei Prokofiev estrenó en 1945, para un ballet de Rostislav Zakharov, y que este año tendrá una nueva versión coreográfica, creada por Marcia Haydée para el Ballet de Santiago. También la literatura, la ópera y el cine, entre otras disciplinas, han tomado esta historia que tiene sus orígenes en la tradición oral.

La tradición oral

Desde la Antigüedad egipcia

La primera Cenicienta es Ródope. De origen griego y esclavizada en Egipto, la joven maravilla a su bondadoso amo con sus dotes dancísticas, quien le regala un par de sandalias con suela de cuero y adornadas con oro rojo. Éstas son las que unen a Ródope –apodada “mejillas rosadas”, por su tez blanca y cabellos rubios– con el faraón Amosis I: un día, mientras todas las sirvientas van a una fiesta del faraón, Ródope se queda terminando sus deberes, cuando llega Horus, en forma de halcón, y le lleva una de las sandalias al monarca. Sabiendo que es una señal de los dioses, el faraón busca a la dueña del calzado para convertirla en su reina.
Y así, existen historias similares en las culturas china, vietnamita, indonesia, malasia, filipina, coreana, la británica y la norteamericana, todas ellas traspasadas de generación en generación de forma oral, hasta que alguien la registró. En el caso Ródope, fue Stabo quien escribió la leyenda en su libro Geografía.

La madrastra, la magia y la zapatilla de cristal

Los cuentos de Basile, Perrault y los hermanos Grimm

La primera versión literaria de esta historia es la del Giambattista Basile, publicada en su Pentamerón (1634). La suya es una Cenicienta napolitana, Zezolla, una mujer maltratada por su familia política, pero que con la ayuda de un hada –que la viste elegantemente para el baile del rey– llama la atención del soberano y, zapato perdido y encontrado mediante, se casa con él.
Es Charles Perrault , en 1697, quien la nombra Cenicienta –en francés, Cendrillon – y agrega a la historia las transformaciones mágicas del hada madrina: con una varita, convierte una calabaza en un carruaje, los animales en choferes y caballos y los harapos de la joven en un precioso vestido y zapatos de cristal, para que la chica asista a los bailes. Una de esas zapatillas es la que Cenicienta pierde al escapar del príncipe a la medianoche –antes de que se acabe la magia– y la que, más tarde, permite al monarca encontrar a su amada.
En el siglo XIX, los hermanos Jacob y Wilhem Grimm publicaron una nueva versión en la colección Cuentos para la infancia y el hogar. En ella, el padre de Cenicienta sigue vivo y es testigo del ultraje de su nueva esposa e hijastras hacia su hija. Cuando son invitadas a las fiestas del príncipe, la joven recibe de un árbol mágico que ha plantado en la tumba de su madre los trajes para cada baile. Escapando del príncipe antes de ser descubierta, Cenicienta pierde uno de sus zapatos de oro y el príncipe se propone encontrar a su dueña y casarse con ella. En casa de Cenicienta, las hermanastras se prueban el zapato y, como no les cabe, la madre obliga a la mayor a cortarse dos dedos del pie y a la menor, el talón. Dos palomas, que luego pican los ojos de las hermanastras, avisan al príncipe que ellas no son las dueñas del zapato. Entonces, el padre llama a Cenicienta y, para asombro de todos, ella es la feliz dueña del calzado.

La Cenicienta canta

La Cenerentola, de Gioacchino Rossini

Antes que Walt Disney, fue Gioacchino Rossini quien hizo a Cenicienta cantar (1817). En la ópera no hay madrastra, hada madrina ni zapatilla de cristal. En lugar de eso, hay un malvado padrastro –Don Magnífico–, la magia viene de Alidoro, quien ayuda a al príncipe –Don Ramiro– a buscar el amor verdadero, y es un par de brazaletes el que sirve de señal para que el príncipe encuentre a su enamorada perdida.
La música tiene el sello inconfundible de Rossini, especialmente por la complejidad vocal extrema de los roles centrales como el de Angelina y su padrastro, que demanda a los cantantes una técnica impecable: entre otras cosas, sincronía precisa entre palabra y voz, transiciones imperceptibles entre las notas y la ejecución de ornamentos. Además, el compositor introduce por primera vez la solita forma, una nueva estructura que le permitió contrastar secciones íntimas con momentos de acción grupal y gran energía, lo que se traduce en una ópera a medio camino entre la seria y la buffa.

 La Cenicienta en 32 fouettés en tournant

La historia de Perrault llega al ballet

Con música del Barón Boris Fitinhoff-Schell y coreografía de Enrico Cecchetti y Lev Ivanov –supervisada por el gran Marius Petipa–, la primera gran producción en ballet de La Cenicienta se estrenó en 1893 en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo. El estreno fue un éxito de crítica y público, especialmente por el número de fouettés en tournant que la protagonista, Pierina Legnani, habría hecho. Las crónicas dicen que fueron 32, algo nunca antes visto, pero al parecer ella misma lo habría desmentido. Lo cierto es que la artista italiana fue ovacionada en el rol principal.
Antes de eso, a principios del siglo XIX, hay registros de otras versiones danzadas de La Cenicienta en Londres, Viena, San Petersburgo y París. Tras el éxito del ballet de Fitinhoff-Schell en San Petersburgo, otros músicos también escribieron partituras para esta historia. Es el caso, por ejemplo, de Johann Strauss II, cuyo ballet fue terminado por Josef Bayer tras su muerte (1901), y de Michel Fokine (1938).

El príncipe, un rol para soprano

Cendrillon, de Jules Massenet

Catalogada como “cuento de hadas” en cuatro actos, la versión del compositor francés Jules Massenet (1899) también se basa en el cuento de Perrault, pero introduce algunos cambios: luego del baile, Cenicienta escapa de su hogar y va al bosque encantado de su hada madrina. Ahí se reencuentra con el príncipe y él le ofrece su corazón. Luego de esa noche mágica, Cenicienta cree que todo fue un sueño, pero pronto se da cuenta de que fue realidad y, con la ayuda del hada madrina, vuelve a los brazos de su amado.
En cuanto a lo musical, la principal innovación es que el rol del príncipe debe ser interpretado, según la partitura, por una soprano falcon, es decir, de voz oscura y dramática. Además, introdujo un ballet en la escena del baile del príncipe.
Las de Rossini y Massenet son las óperas más populares basadas en esta famosa historia, pero también ha habido otras. Por ejemplo, la compositora francesa Pauline Viardot-García hizo una versión de cámara en 1904.

 

La música para ballet que trasciende

Prokofiev según Zakharov, Nureyev, Haydée y otros coreógrafos

Entre 1940 y 1944, Sergei Prokofiev escribió la partitura decisiva para la versión en ballet de La Cenicienta. El compositor comenzó a escribir la música en plena Segunda Guerra Mundial y tuvo que suspender el proceso ante la invasión germana a la Unión Soviética en 1941, para dedicarse a su ópera Guerra y paz. Finalmente en 1945, tras la derrota de los alemanes y a modo de celebración, Prokofiev pudo estrenar su obra en el Teatro Bolshoi, con coreografía de Rostislav Zakharov.
La partitura acompaña a los personajes y escenas de la historia de Charles Perrault, con bellas melodías influenciadas por la música de Tchaikovsky. Con esa base, desde entonces varios coreógrafos han hecho sus propias versiones. Un año después, Konstantin Sergeyev estrenó la suya en el Teatro Kirov y tres años más tarde, el Royal Ballet de Covent Garden protagonizó la de Frederick Ashton.

Más adelante vinieron las de Ben Stevenson (1970), cuya producción se ha presentado en el Municipal en varias ocasiones; Maguy Marin (1985); Rudolf Nureyev (1986), quien la ambientó en Hollywood, con el príncipe como estrella de cine, el hada madrina como productor y el baile como set de una película–; Michael Corder (1996); Alexei Ratmansky (2002); James Kudelka (2004); Ashley Page (2005); Yuri Possokhov (2006); David Bintley (2010), Thierry Malandain (2013). Marcia Haydée creó su primera versión en 2015 y este 2018 estrena una nueva, también para el Ballet de Santiago.

La magia de Walt Disney

En versión animada y de carne y hueso

La famosa Cenicienta de los estudios Walt Disney fue estrenada en 1950, pero la historia se remonta a 1922. Primero produjo una serie animada, luego un cortometraje (1933) y en 1943 comenzó a trazar el que sería uno de sus filmes animados más exitosos.
Supervisada por el propio Disney, la cinta se desarrolló en tres etapas: la escritura del guion, la composición de la música –que fue estrenada en paralelo a la película y estuvo número uno en el ranking Billboard– y la animación de la historia, que se hizo a partir de la interpretación de actores. Helene Stanley fue la actriz sobre la cual se dibujó el personaje central e Ilene Woods aportó la voz a Cenicienta.

En 2015 Walt Disney se aventuró a hacer una nueva película del famoso cuento de hadas, con un elenco plagado de estrellas: Lily James (Cenicienta), Cate Blanchett (Lady Tremaine, la madrastra), Richard Madden (el príncipe) y Helena Bonham Carter (hada madrina).
Una de las grandes novedades de la cinta es que Cenicienta conoce al príncipe en el bosque, cuando éste está de caza y se hace pasar por un aprendiz llamado Kit. Además, Lady Tremaine se colude con el Gran Duque para evitar que su hijastra se case con el príncipe. El resto, es prácticamente igual a la versión animada.

Un musical para televisión

100 millones de televidentes y más

En 1957, la cadena de televisión norteamericana CBS emitió en vivo el musical La Cenicienta. Con música de Richard Rodgers y letras de Oscar Hammerstein II, la obra está basada en el cuento de Perrault y fue protagonizada por Julie Andrews. Fue un éxito rotundo. Más de 100 millones de personas vieron el debut y, más tarde, se hicieron nuevas versiones televisadas, además de adaptaciones para escenario, incluyendo una de producción de Broadway estrenada en 2013 con nuevo libreto.

En el Renacimiento y en la década de los 2000

Drew Barrimore, Hilary Duff y Selena Gómez

En 1998, Drew Barrimore, Anjelica Huston y Dougray Scott protagonizaron Por siempre Cenicienta, una cinta inspirada en la historia de los hermanos Grimm y con una visión más histórica que mágica del cuento. Por ejemplo, está situada en la Francia del renacimiento y uno de los personajes del filme es Leonardo Da Vinci, quien ayuda a Cenicienta –llamada Danielle de Barbarac– a reunirse con el príncipe Henry.

Seis años después se estrenó una versión moderna de este clásico, titulada La nueva Cenicienta. Protagonizada por Hillary Duff, la protagonista es una estudiante de secundaria que, tras la muerte de su padre, vive con su malvada familia política. A través de internet conoce a un chico y, en una fiesta de Halloween en que ella se disfraza de Cenicienta, descubre que su enamorado es nada menos que el chico más popular del colegio. Escapa y, en lugar de zapatilla de cristal, Sam pierde su celular. En 2008, Selena Gómez protagonizó la secuela de este filme, cantada, bailada y ambientada en nuestros tiempos. Con menos éxito, siguieron dos versiones más que siguen la misma línea (2011 y 2016).

Ballet | LA CENICIENTA | 8, 9 y 10 de enero de 2019
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